miércoles, 3 de diciembre de 2008

Poesia China antigüa - Antologia



Los poemas amorosos más antiguos se sitúan en el contexto de un escenario natural: a orillas de ríos, arroyos, en bosquecillos o en las murallas de la ciudad, pero en los poemas más tardíos, el amor se desplaza al interior: al cerrado mundo erótico del tocador. En el poema cortesano, sólo aparece en escena la mujer, sin presencia de los elementos habituales en la vida cotidiana de una dama: no hay sirvientes, hijos, amigos, familia y, lo más importante, tampoco hay esposo ni amante. Así, la mujer es presentada en el lujoso aislamiento de su tocador, una escenografía claustrofóbica que hace más intensa la añoranza del amor.
Uno de los aspectos notables de estos poemas amorosos es la falta de contacto físico entre los amantes, y es posible que las referencias sexuales directas estuvieran convencionalmente prohibidas, por considerárselas un tema inadecuado para la poesía. De este modo, las referencias a las zonas erógenas tradicionales –pechos, caderas, muslos, genitales– son inexistentes, y los poetas se concentran en las partes del cuerpo admitidas por el decoro poético, recurriendo al desplazamiento metonímico: la descripción de un cinturón enjoyado alude a la cintura, una manga al brazo que cubre. Además, los poetas de la corte encontraron otra manera ingeniosa de sortear la interdicción: como no era posible que un hombre entrara al tocador femenino, salvo en el transcurso del sueño de la dama, la alternativa era animar los objetos de la alcoba con una personalidad masculina. El poeta, entonces, da vida a cortinas suspirantes, lámparas seductoras, lechos apasionados y almohadas celosas. Un ejemplo de esta clase de personificación es El lecho, un poema de Liu Yun, en el que habla un colchón de color azul, que observa la alcoba de la dama con ojos eróticos:



Soy en la corriente una isla cercada de luz
y la brisa ondula las aguas verdes.
Aunque no tan suave como el lecho del capullo del gusano de seda
soy feliz con el azul de mi vestido.
hay motas de polvo en las mangas de seda de mi dama,
ricas tiaras sobre su lecho de marfil.
Ama, cuando bebas hasta muy tarde,
trae a tu amante a festejar aquí.
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